2017

Sólo hay que ver que la última entrada se titula "2016" para darse cuenta de lo abandonado que está este blog.
Pero no se puede corregir el pasado así que solo sigamos adelante.

En el ya fallecido y bien enterrado 2017 conseguí leer unos 20 libros, lo cual puede verse como escaso si se lo mira desde cierta perspectiva, pero en que en realidad es una cantidad que supera ligeramente a mi lista del año pasado. 

He aquí un pequeño balance literario.

Agradezco a Manuel Puig, con El beso de la mujer araña Boquitas pintadas (este último, especialmente). Creo que es el único autor argentino cuyos libros disfruté completamente desde la primera lectura. Las voces en su obra son tan heterogéneas y están tan bien capturadas, le dan una esencia crudamente realista que resultó ser algo que yo estaba buscando sin saberlo. Su escritura es algo que nunca había leído hasta el momento y que agradezco que exista entre la literatura argentina. Espero leer más de él este año, tengo que hacerlo sin lugar a dudas.

Agradezco a El imperio final, de Brandon Sanderson, otro grato descubrimiento de principios de año. Necesitaba fantasía de vuelta en mi vida y Sanderson me recibió en casa con los brazos abiertos. Desde chica adoré la fantasía épica, pero tengo descuidado el género desde hace bastante. La escritura en El imperio final es accesible y el ritmo, la narración, la intriga, muy bien conseguidas. Fue uno de esos libros que hubiera adorado a los quince años pero también de los que puedo adorar a mi edad actual. Una vuelta a las raíces de mi amor a la lectura.

Agradezco a La casa de Bernarda Alba, de Federico G. Lorca, el único libro que tuve que leer en este año de universidad que devoré con ansias. No soy fan del teatro, y tuve que leer bastante obras este año, pero ésta se destaca entre la pila. Leer la crítica que la obra originó le hace disfrutar de nuevas manera.

Agradezco a la gran sorpresa que fue Crimen y castigo, de Dostoievski. Un arma de destrucción masiva que me llenó de insatisfacción y satisfacción a la vez, y que se siente tan moderno en cuanto a la escritura que parece imposible que haya sido escrito en el siglo XIX. Hacía bastante que no disfrutaba tanto un "clásico"

Y agradezco a Demian, de Hermann Hesse, que leí por recomendación de mi hermana y que marcó un lugar en mi corazón. Tocó una fibra especialmente sensible en mí. Un libro memorable.

Acabo de notar lo heterogénea que es esta lista de menciones honorables. Me alegra enormemente.

La gran decepción del año fue El signo de los cuatro, de Arthur Conan Doyle. No disfruté del estilo de escritura en absoluto, y teniendo en cuenta que sólo leí dos libros de Doyle tomen mis palabras con pinzas pero no creo que sus obras hayan envejecido bien. 

Otra decepción fue el aclamado Aristóteles y Dante descubren los secretos del Universo, de B. A Sáenz. El estilo de escritura es muy simplista y no logró causar ningún efecto en mí más que irritación. Más allá de eso, la historia fue adorable, y si ignoraba cuanto me molestaba la escritura podía pasar algo parecido a un buen rato.

Compré bastantes libros este año, y conseguí un nuevo librero para mí sola. En él se agregaron algunos números de la colección "Grandes autores de la literatura" de ed. Gredos y unos delgados libros que compré en las librerías de usados con descuento. Invertí bastante dinero este año en esta  pequeña afición mía, pero una acaba por no arrepentirse.

Fui a la biblioteca bastante a menudo, a excepción de estos últimos meses en los que estuvo en remodelación. Se convirtió en mi templo y refugio, y en mi segundo lugar favorito en el mundo. A pesar de eso, no saqué muchos libros este año. 

Seis de los libros que leí en el año salieron de la biblioteca.  Otros siete fueron libros digitales. Los siete restantes salieron de mi estantería.


El 2017 había comenzado bien, conmigo leyendo por placer casi diariamente durante las vacaciones de verano y descubriendo los que serían mis libros favoritos del año, pero en un momento alrededor de mayo el peso de la universidad fue demasiado, con demasiadas lecturas impuestas, y dejé de disfrutar de leer completamente. 

Tuve que leer mucha lírica. Descubrí que no soy muy fan de la lírica.

Un profesor que tuve este año nos dijo que a él le había pasado algo así en sus días de estudiante. Que tal fue el disgusto que le producían la lectura y la carrera que debió abandonar la universidad completamente durante un tiempo. "Es algo traumático", nos había dicho, y yo, a pesar de que pensaba que lo entendía, en ese momento no había llegado a comprender hasta qué punto tenía razón.

Desde octubre que no termino ningún libro. Pasé mis días desde entonces releyendo viejos amores literarios, sin siquiera poder terminarlos. 

Creo que necesito un descanso estos libros pesados que siento que tengo que leer (y que debo leer para poder recibirme) y un poco de relajación con algún buen best seller contemporáneo.

No me propongo ninguna meta literaria en absoluto este 2018. Sólo espero poder volver amar a la lectura.


><

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