Reseña de "Pálida luz en las colinas", de Kazuo Ishiguro



Título: A Pale View of Hills
Autor: Izhiguro, Kazuo
Idioma original: ingles
Editorial: Anagrama
Año: 2006 (1982)
Nº de páginas: 208
"Después del suicidio de su hija mayor, Etsuko, una japonesa de cincuenta años instalada en Inglaterra, rememora momentos de su vida. Quizá la explicación de esta tragedia familiar se encuentre agazapada en aquel Japón de los años cincuenta que se recuperaba de las heridas de la guerra y del traumatismo de la bomba atómica... 
En la memoria de Etsuko aparece de forma obsesiva, recurrente la imagen de otra mujer, Sachiko, una amiga y vecina que vivía sola con su hija Mariko. Dos personajes enigmáticos, a cuál más inquietante. La pequeña Mariko parece haber vivido una cruel y dolorosa experiencia, que reduce a la nada, tanto para ella como para su madre, la esperanza de una vida tranquila, lejos de las ataduras de la rígida tradición japonesa. 
La relación ambigua de Etsuko con Sachiko y Mariko está en el centro del enigma del libro. ¿El examen del pasado conseguirá exorcizar los demonios del presente?"

Por recomedación de una apasionada profesora de literatura, conocí el título de esta pequeña novela del ahora popular premio Nobel. Me acerqué a ella motivada por su corta extensión, sin esperar que me mantuviera toda una madrugada despierta como al final lo consiguió. Acabo de terminar este libro y necesito expresar todos mis pensamientos cuanto antes. Por estas razones, aquí dejo una pequeña especie de reseña en la que planeo recorrer aquellos puntos que sobresalieron durante mi lectura.


Antes que nada, cabe aclarar que mis reseñas tienen spoilers, por lo que no recomiendo leer esta entrada si planeás acercarte a este libro. Pero antes de que te marches, lector, voy a dejar en el siguiente párrafo mi opinión sin ahondar en el argumento:

Puedo decir que ha sido una lectura rápida, agradable y que logró hacerme pensar bastante, tanto sobre cuestiones formales y argumentales como sobre cuestiones relativas a ciertos temas tratados. Me encontré con interesantes diálogos y personajes, pero debo decir que si, lector, buscás una historia con introducción-nudo-desenlace no la vas a encontrar en este libro. Lo veo más cerca de ser un paseo por ciertos acontecimientos más que una "narración convencional". Pero no es algo necesariamente negativo, pues al no tener más descripciones que las necesarias ese paseo no se vuelve un tour tedioso. No es una historia sin un punto. El punto es la historia en sí, y es lo que hacemos con ella. Si sos como yo, tras acabar este libro probablemente te den ganas de darle una relectura para ahodar en ciertos aspectos.

Dicho esto, puedo comenzar con el lío de pensamientos que va a ser esta entrada:


Creo que debo iniciar diciendo que la historia de Pálida luz en las colinas está narrada en primera persona por Etsuko a partir de dos temporalidades, desde un presente en el cual la protagonista rememora un pasado.

El presente está ambientado en Inglaterra, presuntamente ubicado a fines de los 70 o principios de los 80 en la hermosa y silenciosa casa rural de Etsuko, donde ella narra los cinco días en los que su hija menor, Nikki, la visita luego de que su hija mayor, Keiko, se suicidara.
El pasado, en Japón, ubicado en el verano de su primer embarazo en un Nagasaki post bomba nuclear, donde narra su relación con una nueva vecina, Sachiko, y su extraña hija de unos diez años, Mariko.

Al leer una obra, uno tiende a relevar aquello que le parece inusual en una escritura, lo que nunca se leyó previamente. En mi caso, lo primero que llamó mi atención fue el diálogo. Una palabra zumbaba en mi cabeza constantemente al leerlos: incomunicación. La gran distancia entre los personajes, reflejada en sus conversaciones. La sensación de soledad que transmitían. Cada individuo, un mundo cerrado en sí mismo, tanto en Inglaterra como en Nagasaki. El pasado y el presente acaban vinculándose por la falta de vínculo humano. Y eso se siente particulamente realista.

—¿Por qué me hablas así, Etsuko? ¿Por qué no deseas que tenga suerte? ¿Acaso me tienes envidia?
—Pero claro que te deseo suerte. Y te aseguro que yo…
—Mariko estará bien en América. ¿Por qué no me crees? Allí tendrá muchas oportunidades. Para una mujer, la vida es mucho mejor en América.
—Te aseguro que me alegro por ti. En cuanto a mí, no me podía ir mejor. A Jiro le va muy bien en el trabajo y ahora el niño llega justo cuando lo deseamos…
—Podría convertirse en una mujer de negocios o incluso en una actriz. América es así, Etsuko, hay tantas posibilidades. Frank dice que yo también podría convertirme en una mujer de negocios. Allí son posibles ese tipo de cosas.
—Estoy segura de que así es. Es sólo que personalmente me siento muy feliz con la vida que llevo aquí. 
(Cap. 3)

Por otro lado, otra cuestión referente a los diálogos, que sinceramente creo que sólo noté porque mi profesora lo mencionó al recomendar el libro, fue su sintaxis. Las repeticiones, la lentitud, probablemente intentando ser una traducción literal de la sintaxis de los diálogos en japonés, resultan también llamativas.

—Entonces, ¿podemos quedarnos con los gatitos?
—Sí, podemos quedarnos con los gatitos. Estoy segura de que el padre de Yasuko-San no se opondrá.
Mariko salió corriendo y esperó a que la alcanzásemos.
—¿Entonces ya no tenemos que buscarles un hogar?
—No, ya no. Vamos a casa de Yasuko-San, de modo que nos quedaremos con los gatitos.
—Entonces ya no tenemos que dárselos a nadie. Podemos quedarnos con todos y llevarlos en la caja, ¿verdad, madre?
—Sí —dijo Sachiko. Después echó la cabeza hacia atrás y empezó de nuevo a reír.
(Cap. 7)

Retomar la cuestión de la incomunicación nos lleva a hacer referencia a la narración. La voz de Etsuko no es particularmente instrospectiva. Más bien, todo lo contrario. El lenguaje pasa a ser casi solamente referencial: se cuenta lo que ocurre, las sensaciones y los pensamientos se tocan superficialmente. Pero nosotros, como lectores, no podemos ignorar que muchas cuestiones palpitan en el fondo de la narración sin nunca ser relevadas. Cómo terminó Etsuko teniendo una segunda hija en Inglaterra, por qué abandonó a su primer marido, por qué se suicidó su primera hija y principalmente por qué recuerda a Sachiko y Mariko en aquel verano en Nagasaki.

Algo que uno como lector no suele plantearse a menudo al leer las memorias de un narrador en primera persona es cómo recuerda palabra por palabra esos diálogos. Es uno de los pequeños pactos entre escritor y narrador, uno puede pensar: se da por sentado que los recuerda porque confiamos en él. Pero a veces, están estos juegos del narrador, que permiten lecturas interesantes. Y así, uno no puede pensar en lo alteradas que pueden estar esas memorias.

Ya sé que no se puede confiar del todo en los recuerdos. A menudo las circunstancias en que los rememoramos los tiñen de matices diferentes, y no hay duda de que esto afecta también a algunos de los hechos evocados aquí.

(Cap 9)

Caer en la cuenta de que las palabras que se leen no salen realmente de la voz de los personajes sino de la del narrador, y que ese narrador puede modificar esa historia y esas voces a su propio provecho. Y eso permite preguntarnos, aquello que se narra, ¿por qué se narra? Y principalmente, aquello que no se narra, ¿por qué no se narra?

Uno puede pensar que la memoria de ese verano de su primer embarazo está motivada por la muerte de Keiko, pero una vez que nos adentramos en el libro sobresale la superficial mención se hace sobre el bebé, cuyo género en ese momento ni siquiera es conocido. Pueden leerse, sin embargo, ciertos paralelismos que pueden motivar la mención de esos episodios. Sachiko en el pasado, ansiosa por trasladarse a América junto a Mariko y a su "amigo" extranjero, con Etsuko del presente, que acabó abandonando Japón junto a Keiko y a su segundo marido ("La relación ambigua de Etsuko con Sachiko y Mariko está en el centro del enigma del libro", sostiene la sinopsis). Por otro lado, la brecha generacional que emerge cuando el suegro de Etsuko, Ogata-san, intenta conversar con su hijo, quien siempre lo ignora, con la que surge con Etsuko y sus intentos frustrados de entablar conversación con su hija Nikki.

Nos damos cuenta de que nada se narra sin motivación, y Etsuko es consciente de esos paralelismos, exponiéndolos sin necesidad de explicitar su relación, dejando que nosotros como lectores hagamos el trabajo. Lo que no dice dice tanto como lo que menciona. Y podemos pensar que en realidad ella no quiere o no puede dejar en claro esas relaciones.

El título, A Pale View of Hills, "Una pálida visión de colinas", parece hacer referencia a esta narración frustrada. La palidez de la luz, de la visión de las colinas de Nagasaki como la palidez de la luz en la narración de esas sombrías memorias. El recuerdo como sólo un fantasma de lo que realmente ocurrió. Etsuko como una narradora incapaz de dejarnos ver los hechos en su totalidad.

Es posible que con el paso de los años mis recuerdos hayan perdido nitidez, que las cosas no sucedieran tal como me vienen ahora a la memoria. 
(Cap. 3)

Está, además, esa atmósfera intranquilizante que recorre ciertos episodios. Y en referencia a ésta, otras cuestiones se plantean. Si Mariko mentía al decir que había una mujer llamándola por las noches cuando se quedaba sola, si los sonidos que Etsuko escucha en su casa en Inglaterra son sólo producto de su imaginación y, finalmente, en esas últimas páginas, se arrastra la pregunta de quién está narrando este recuerdo de más de veinte años atrás. Quién es Etsuko.

En la traducción que leí, me encontré con un ambiguedad al final del capítulo diez que no aparece en el texto original en inglés. En la traducción, Mariko se vuelve "la niña", y el comportamiento de Etsuko se vuelve extraño.

—De cualquier modo —proseguí—, si aquello no te gusta, siempre podréis volver. 
(Cap 10, traducción de Ángel Luis Hernández Francés)

 Sin embargo, en el texto original no quedan dudas.

“In any case,” I went on, “if you don’t like it over there, we can always come back.” 
(Cap 10, texto original)

Hay un cambio vital en los pronombres en esos últimos párrafos que transforman a Etsuko en Sachiko. A Sachiko en Etsuko. Y en consecuencia, a Keiko en Mariko, a Mariko en Keiko.

Y conocemos la motivación de esa memoria.

Como vimos, los paralelismos y metáforas desbordan en la obra. Sin embargo, no quiero irme sin mencionar una imagen que quedó particularmente grabada en mi memoria. La imagen de la soga, apareciendo de la nada en esa escena final en la que Mariko huye aterrorizada de Etsuko, llegó a perturbarme en la oscura madrugada en la que la leí. Qué significaba eso, me pregunté. Y ahora que lo pienso veo esa soga apareciendo a lo largo de toda la historia. En el cuello de Keiko ahorcada en su habitación en Manchester, en el cuello de la niña que apareció ahorcada en Nagasaki, en el cuello de la niña del sueño de Estuko que "parecía estar subida al columpio pero que en realidad no lo estaba". Y enredada en la sandalia de Etsuko en las dos ocasiones que causaron que Mariko le temiera tanto. "¿El examen del pasado conseguirá exorcizar los demonios del presente?", se cuestiona la sinopsis en la contraportada. El suicidio de su hija como el demonio que recorre toda la narración de Etsuko. Como esa soga  que ahorca a esa niña en sus sueños, que se enreda en su sandalia y aterroriza a Mariko.

Y la pregunta de la sinopsis queda sin respuesta.

El final me pareció abrupto, pero luego de detenerme a analizarlo pienso que lo lógico es que para ese momento Etsuko, quien tanto calló a lo largo de la obra, ya haya dicho todo lo que tenía por decir.

Hay tanto que se puede mencionar sobre este libro y que me dejo en el tintero para no expandir más el lío de palabras que es esta "reseña". Así que a riesgo que destruir el poco sentido que intenté amontonar, voy a concluir la entrada con estas palabras: espero leer más de Kazuo Ishiguro.


><

2 Comentarios

  1. Lía, recién terminé la novela y comparto mucho de lo que decís.
    Me quedo con “las críticas internas” que hace la protagonista respecto de su vecina y la forma de “ser mujer” que tiene, para luego adoptar esas mismas formas, incluso llevándolas más allá, toda vez que el accionar de la madre de marino parece ponerla en riesgo durante toda la historia, pero es la hija de etsuko quien termina muriendo; de igual forma, termina teniendo una segunda hija con su nuevo marido, a pesar de no aprobar la historia amorosa de su vecina.
    De la misma forma desaprueba las formas de su primer marido para con su padre, pero justifica las de su hija.
    En fin, creo que se etsuko se termina convirtiendo en lo que siempre temió y ese es el paralelismo con la bomba.
    Saludos.

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    1. Llego tarde a leer este comentario, hola! Me encanta lo de la conversión de Etsuko en Sachiko como paralelismo con la bomba de Nagasaki! Conforme va avanzando la novela una entiende más y más por qué Etsuko la recuerda, y ve cómo pasa de criticarla a ser ella. Y ese pequeño cambio de pronombres al final se siente como una bomba, lástima que en la traducción al español hayan hecho esa jugada rara que no estaba en el original.
      Me encanta toda la atmósfera misteriosa y extraña de este libro, quisiera hablar más de él en alguna otra entrada.
      Muchas gracias Dani por pasarte a comentar :)

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